El espíritu está destinado a Expandirse
Ese es su impulso más íntimo: recordar su origen, recrearse y redefinir su propio linaje de luz.
Vivimos tiempos de limpieza profunda, de purificación, de despojo. Todo aquello que no es esencial cae como hojas secas, y en medio de ese proceso a veces sentimos que nos hundimos o que perdemos el control. No es una ilusión: estamos aprendiendo a nadar en aguas más hondas, en dimensiones internas que hasta ahora nos eran desconocidas.
Como el fénix que atraviesa el fuego una y otra vez para renacer, cada uno es llamado a dejar que la llama consuma la escoria emocional, mental y espiritual que ya no puede acompañarlo al nuevo ciclo.
En esta travesía, la luz también nos busca. Hay una inteligencia amorosa —Fuente, Dios, Presencia— que se acerca en la misma medida en que la buscamos. Cuando las mareas internas se agitan, cuando la energía del mundo distrae, confunde o asusta, la bendición personal, ese punto de anclaje único que cada uno posee, es lo que nos mantiene a flote.
Las energías colectivas se mueven como una corriente invisible que moldea la manifestación. Nada es bueno o malo en sí mismo cuando sirve al crecimiento. Pero cuando quedamos atrapados en el juicio —correcto o incorrecto, éxito o fracaso— nos desconectamos del flujo natural del alma, que jamás opera desde la dualidad sino desde la expansión.
La vida, incluso en sus formas más incómodas, está diseñada para revelarnos nuestras capacidades ocultas. Al caminar sobre nuestras propias creaciones, comprendemos que cada experiencia fue una puerta hacia un aspecto de nuestro ser que necesitaba despertar.
Y cuando comenzamos a recordar quiénes somos en esencia, las divisiones internas se desvanecen: ya no hay partes enemigas, solo fragmentos regresando al hogar interior.
Sanar es abrir la puerta a la vastedad que somos.
A todo lo que nos mantuvo separados del amor, de la confianza, del propósito.
Abrir la puerta a lo que heredamos y ya no nos sirve.
Abrir la puerta a lo que otros dijeron que nunca podríamos ser.
Abrir la puerta para dejar ir creencias que deterioran el cuerpo, el espíritu y la visión.
Cada miedo que soltamos, cada excusa que entregamos, libera un espacio interno para que brote la verdad. Allí donde antes había limitaciones, comienzan a crecer raíces de potencial. Allí donde antes había pensamientos ajenos, surge la voz auténtica del alma.
El universo es uno solo, pero su abundancia se expresa en infinitas formas. Lo valioso —oro, agua, madera, luz— cambia de acuerdo al lugar desde donde se mire. Del mismo modo, lo que cada uno necesita para despertar ya existe en su interior, esperando ser reconocido.
La clave es abandonar los bordes rígidos de la identidad y permitir que el alma nos redefina. Cuando dejamos de sostener definiciones viejas, el alma se expande, fluye, se recrea y nos guía hacia una versión más luminosa de nosotros mismos.
Sanar es recordar.
Y recordar es despertar.
Claves de Luz para la Expansión del Espíritu.
Eres completamente responsable de tu vida.
No eres víctima de nada ni de nadie. Has escrito, dirigido y actuado cada escena de tu existencia para tu propio crecimiento.
Puedes cambiar el guión en cualquier momento.
Si ya no resuena con tu camino, tienes libre albedrío para crear una nueva historia y renunciar a la repetición.
Cada palabra, pensamiento y acción es una semilla creativa.
Lo que hoy piensas se convertirá en la realidad que experimentarás mañana.
La co-creación exige valentía.
No estás en la Tierra como turista: tienes una misión. El despertar ya no puede postergarse.
La Tierra es una escuela constante.
No hay feriados ni sustitutos. Cada día trae su lección y tu calificación es solo tuya.
Todos se gradúan.
Al completar la experiencia terrenal, dejamos atrás el cuerpo pero no el aprendizaje. La evolución es inevitable.
Al partir, contemplas tu vida completa.
Lo vivido —lo bello, lo difícil, lo olvidado— aparece en plena consciencia para integrar la última lección antes de continuar el viaje del Espíritu.
En Unidad y Amor Ascensional.